domingo, 19 de diciembre de 2010
El paquete
Cuando me dispuse a abrir el paquete, sabía que por su forma de anudarlo, sólo podía ser de él. Mis sospechas se confirmaron cuando vi su contenido. Ahí estaba, canosa, rizada, sin lágrimas: la pestaña. La de él.
A ritmo de mar
Caracolas, piedras esmaltadas y redondeadas emergen con el retiro de cada ola.
Un banco de peces se deja mecer.
Las crestas rizadas rompen contra mi cuerpo con un leve rumor,
invitándome a unirme a esta sintonía marina.
Un banco de peces se deja mecer.
Las crestas rizadas rompen contra mi cuerpo con un leve rumor,
invitándome a unirme a esta sintonía marina.
sábado, 27 de noviembre de 2010
La hora del café
No para de hablar. Que se tome el café en silencio y me deje pensar cómo, cuándo y si debería contarle lo que el jefe me ha confesado hace unos días. Si se lo cuento me puedo meter en un lío, pero el no hacerlo sería como meterme en líos con mi conciencia. De momento será mejor que volvamos a la oficina, si tengo suerte habrá pocas llamadas y podré seguir pensando qué hacer.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Dices que nunca te cuento nada
Te prometo que las flores me están hablando en hebreo antiguo. ¡Mira! Ahora están dando giros de 360º sobre si mismas... Que no mamá, no me cuelgues por favor, te prometo que esta vez no me he tomado nada... Pero mamá, ¿no te quejabas de que nunca te cuento nada? ¿Ves como no estabas preparada para oir la verdad?
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